En España, podría decirse que este modelo de negocio todavía no ha calado hondo. Por ello, es normal que no te suene. Hablamos de la peluquería orgánica, un concepto que se escucha cada vez más en Estados Unidos, Asia y algunos países de Europa. Los salones que han decidido etiquetarse como tal siguen ciertas premisas y persiguen unos objetivos, como el de respetar el medio ambiente y evitar ingredientes tóxicos para el cabello.
Un salón de belleza que se declare como orgánico está firmando una tregua con el medio ambiente y con la salud de nuestro pelo.
Surgen en el momento en el que el consumidor empieza a concienciarse y a preguntarse qué productos están utilizando para limpiar su cabello y se dan cuenta de que, la gran mayoría, se compone de ingredientes que están lejos de ser ecológicos, sostenibles y orgánicos.
Estos centros, llamados de igual forma peluquerías sostenibles, ecológicas u orgánicas, utilizan solo champús, acondicionadores, mascarillas (…) fabricados a partir de ingredientes naturales: flores, plantas y frutas.
Las clientas que acuden a estos centros buscan exactamente lo mismo que aquellas que acuden a una peluquería tradicional: cortarse el pelo, sanearlo, peinarlo, cambiar el color, hacerse unos reflejos… Solo que todo se hace con cosmética natural.
La cosmética natural está formada por aquellos productos que pretenden limpiar, proteger, perfumar, modificar o corregir alguna parte de las superficies de nuestro cuerpo, que provienen de aceites y extractos vegetales, de la agricultura biológica o la recolección silvestre, que no llevan conservantes, colorantes, aromas sintéticos, parabenos o siliconas.
Los cambios que se ven en el cabello a medio plazo son evidentes. El cuero cabelludo vuelve a respirar y la melena se ve más brillante y con energía renovada. Se eliminan los químicos acumulados y hay muchos problemas que llegan a desaparecer: caspa, exceso de grasa, picores…
Los resultados que se consiguen son similares a los que consigue un centro convencional. Además, el cabello sale reforzado, porque los productos orgánicos lo cuidan y nutren.
Toda esta mentalidad verde, no solo trae consigo mejoras en el cabello, sino que el medio ambiente también se ve enormemente beneficiado. La mayoría de los productos químicos utilizados para la fabricación de champús (…) convencionales suponen un daño casi irreparable para el planeta. No son biodegradables, algunos son altamente inflamables y contaminan el agua. Algunos de estos ingredientes están reconocidos como cancerígenos y alérgenos. Por lo que es esencial leer siempre las etiquetas y saber diferenciarlos.
Los tratamientos son igual de efectivos que los de un salón tradicional, solo que, al no llevar productos químicos que aceleren el proceso, se requiere de más tiempo para conseguir un mismo resultado. Pero, a largo plazo, la cosmética natural consigue los resultados esperados y, de hecho, perduran más en el tiempo.
Hay ingredientes que, prácticamente, tienen vetado el paso en todas las peluquerías, como el amoníaco y el resorcinol. El primero produce irritaciones en el cuero cabelludo y el segundo exfolia la piel de tal forma que llega a descamarla, dejándola totalmente dañada. Hay que tener especial cuidado con ellos.
Por otro lado, los productos de higiene básicos como el champú suelen fabricarse con sulfato de sodio, que deshidrata el cabello y elimina el sebo natural. Se identifican como Sodium Lauryl Sulfate o Sodium Laureth Sulfate. Hay más de una razón por la que es un acierto utilizar champús sin sulfatos.
El acondicionador y la mascarilla, por otro lado, contienen siliconas, que es un derivado del petróleo (no deja de ser plástico que nos echamos en la cabeza) y generan una película transparente que no deja respirar al cuero cabelludo y le da la falsa sensación de un pelo limpio y brillante.
Los parabenos, que sí son más conocidos, actúan como conservantes y algunos estudios afirman que llegan a interferir con el proceso endocrino, a envejecer la piel con mucha más rapidez y a causar alergias.
Otro de los ingredientes es el EDTA y los PEG y PPG, que son los más dañinos para el medio ambiente, porque contienen muchos metales pesados que se quedan en el agua durante mucho tiempo.
Cada vez hay más centros que abogan por estas premisas y luchan para que esta información llegue a cuanta más gente mejor.
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